jueves, 23 de febrero de 2012

¡QUE NO ME LO CREO!

Como me ha gustado siempre contar “batallitas” (incluso antes de ser abuelo) he pasado por situaciones muy curiosas; Desde descubrir que una persona de mi misma edad, parecida condición, habitante de la misma ciudad y de nivel cultural semejante, tenía unas vivencias que hacían creer que éramos de dos mundos distintos, hasta escuchar a las personas que me soportaban algo así como - ¡Eso no puede ser como lo cuentas, no me lo creo! –

Tiempo atrás he comenzado a escribir recuerdos de mi infancia correspondientes a mis ocho o nueve años y posteriores y aunque ya se que la memoria gasta bromas, a veces pesadas, creo que mi retentiva es bastante precisa. Algunas de estas historias son vivencias personales y otras de personas muy cercanas, digamos que “de primera mano”. Si algún día me da por reunirlas creo que las titularé… “1950, EL AÑO DEL ¡QUE NO…QUE NO ME LO CREO!”

El relato con el que comencé este blog y el que incluyo a continuación son algunos de estos recuerdos.


LA FUENTE DE EMBAJADORES

Hacia ya mas de una hora que, cargados con nuestros cubos, jarras o cántaras, esperábamos en la cola de la fuente de la calle de Embajadores esquina a la travesía de Cabestreros para poder llenarlos; Hoy era el tercer día en la semana que cortaban el agua en el barrio y ¡que remedio!...había que beber y cocinar,  así que a la fuente.

Mariano, Remigio y yo coincidimos allí lo que nos permitió librarnos del aburrimiento  charlando de nuestros más importantes asuntos, canicas, pídola, rescate, chapas, pelota (de papel de periódico liado con cuerdas, naturalmente) y otros intereses parecidos.

Remigio fue el primero en verlo…

 – Por ahí sube Ramón – Nos avisó.

El chaval, más o menos de nuestra edad, pasaba en ese momento junto a las piedras de Almacenes Santa Lucía, uno de nuestros lugares de juego, cargado con dos cubos vacíos. Caminaba de una forma extraña, como cansina y parecía abatido o preocupado o ambas cosas a la vez. Cuando llegó a nuestra altura estaba tan abstraído que pasó a nuestro lado como sin vernos, bueno ni a nosotros ni a ninguna de las veinte o veinticinco personas que esperaban su turno y que extrañados por el aspecto de Ramón no reaccionaron cuando, sin esperar su vez, fue directo a la fuente y llenó sus cubos; Al volver hacia su casa se dio de cara con nosotros y Remigio le espetó

- ¿Qué te pasa macho, estas lelo?... Te vas a ganar un capón si chuleas a todos –

Ramón se quedo parado, con los dos cubos de agua llenos colgando de sus brazos y sin levantar la vista del suelo, como excusándose,  dijo

- A mi padre le han “fusilao” esta madrugada –

Luego continuó su camino Embajadores abajo. Durante unos segundos el silencio fue el único dueño del grupo mientras nos mirábamos con dolorosa complicidad, después fue Remigio el que nos volvió a la realidad…

- Pero mañana ya no le dejamos colarse… ¿Vale?




La fuente de Embajadores


SIENTO QUE NO LO CREAIS PERO… ¡EN 1950 SE SEGUIA FUSILANDO!

5 comentarios:

  1. Fascinante y triste relato de la España de los 50; mejor dicho del Madrid de aquellos años. Es un privilegio contar con tu memoria para que nos narres esos acontecimientos que parecen muy lejanos pero, en cambio, son sumamente recientes.
    A mi siempre me parecieron de un contenido valiosísimo los "cuentos" con los que mis abuelos o mis padres me hacian reflexionar y trasladarme a esa época. Yo, ahora, continuo con mis hijos.
    Un abrazo, Pablo.
    PD: Acuerdate Pedro Luis, no Jose Luis (Es una broma ¡Eh!

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  2. Hete aquí porqué no debemos olvidar nuestro reciente y trágico pasado. Estas son historias que NUNCAN deben volver a repetirse. Bsazo!

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  3. Triste historia, sobre todo por ser tan real. Un pasado que como dice Koncha, no debemos olvidar. SObre todo, para que no vuelva a repetirse. Y sigo disfrutando de tus dibujos!
    Besotes!!!

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  4. Me alegro de que haya gente como tú que sí que cuente estas cosas de nuestro pasado tan reciente. Comento esto porque aquí, donde yo vivo aún hay una especie de temor a contarlas y al menos a mi no me gustaria que cayeran en el olvido. Gracias Pablo, besos.
    Silvia

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  5. Pablo, primero te pido perdón por tenerte tan abandonado. Aprovecho que esta semana estoy de vacaciones, en el curro, porque estoy trabajando más en casa que allí. Pero en lo que me gusta, ya sabes. ¡Qué historia! Y lo que hace que sea más impactante es que lo cuente alguien que lo ha vivido, en su persona o en alguien muy cercano. ¡Y además ilustrado!
    ¡Un abrazo!

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