LA MANZANA
- ¡Ha sido tu hijo, le he visto
perfectamente!... –
La señora Amelia, dueña del
puesto de frutas que estaba en el pasillo de la planta baja del Mercado de San Fernando,
le estaba contando a mi madre, con todo detalle, como yo había pasado corriendo
por delante de su puesto arrebatándola una manzana y saliendo a toda velocidad
hacia la puerta de la calle de Tribulete… Contaba que habían sido varios los
chicos y varias las manzanas robadas, pero que yo parecía el cabecilla, explicaba
y que eso ya había ocurrido varias veces.
Recordando en la dureza de la
suela de la zapatilla de mi madre intenté una explicación
- Teníamos hambre...-
Mi madre me apretó el brazo
mientras la señora Amelia continuaba con su perorata y me amenazaba con llamar
a los guardias si volvía a intentarlo…
Cuando se marchó la frutera me
armé de valor y esperé el justo castigo pero. por primera vez, después de una
de mis habituales trastadas y para mi asombro, mi madre en vez de darme con la
zapatilla… rompió a llorar.
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La manzana |
Triste época en la que muchas madres pasaban por la ordalía de ver a sus hijos en situaciones de necesidad muy importantes... Yo creo que esas realidades nos convirtieron, a mi y a otros muchos, en supervivientes.
Las necesidades y la imposibilidad material de saciarlas en la España de la posguerra.
ResponderEliminarMuy buen Relato, Pablo.
Un abrazo.
Las necesidades, los malos tiempos, los problemas, hacen a las personas más fuertes y como dices crean supervivientes. Me ha encantado tu historia, como madre he comprendido perfectamente a la tuya, besos.
ResponderEliminarSilvia
Duros los años 50, triste, real y emotivo el relato. Mis padres se hubieran visto retratados. Fueron unos de los supervivientes. Gracias a ellos, yo nunca he conocido el hambre de verdad. Un beso, Pablo.
ResponderEliminarCuando hay necesidad, hay que sobrevivir. Y desde luego totalmente comprensible la actitud de tu madre. Y sobrecogedora.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias por colaborar a que la reunión del jueves resultara todo un éxito. Un beso fuerte para Ángela y para ti.
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