lunes, 19 de marzo de 2012

CON MUCHO CUENTO - SEGUNDA ENTREGA

Hoy es el día “del padre”… (A veces marido y a veces butanero… a saber) pero en cualquier caso es fiesta en esta comunidad así que he recordado otra “fiesta” sobre la que escribí hace algunos años pero que está muy al día... Ahí va.

 
Diseño infográfico "FIESTA NACIONAL" - Pablo García.


FIESTA NACIONAL.

- ¡Carlos!... Carlitos… - La voz de mi hermana mayor, Clara, en la que se notaba un deje de impaciencia insistió, - ¡Venga chico, que llegamos tarde…! –

La verdad es que, como casi todos los días de fiesta, se me habían pegado las sábanas así que me metí en la ducha y tras un hidromasaje de alta presión con aromatizadores hidropónicos, elegí un atuendo deportivo de gran elegancia, el día lo merecía y abandone mi habitación, rápidamente, bajando los dos pisos por la amplia escalera que llevaba al vestíbulo de nuestra casa. En el último tramo coincidí con mi madre, que caminaba con cuidado para no pisar las largas trenzas de su pelo y que me observó de arriba a abajo aprobando con su mirada mi aspecto.

Al llegar al hall me sorprendí. Confieso que desde que controlo mi memoria, tampoco hace tanto, no había visto a mis hermanas tan de punta en blanco. ¡Que minifaldas… que camisetas! peligrosamente extremadas pero, sin embargo, con un toque de elegancia en el que aparecía la mano de mi madre, siempre atenta a los detalles que convertían a nuestra familia en un modelo de nuestra clase.

Mi padre estaba ya al volante del más amplio de nuestros vehículos, un monovolumen aéreo  plateado, que prácticamente no usábamos mas que los días que salíamos en familia - muy pocos por suerte – No pude evitar una sonrisa, aun a sabiendas de la reprimenda que podía caerme encima, al ver su vestimenta; Un traje de un tal Armani, de moda en  siglos pasados en alguno de nuestros planetas, con chaleco, corbata y pañuelo a juego.

Patético…

La salida por la avenida principal del barrio de Laborantes, donde vivíamos, no fue nada fácil, nos costó más de cuarenta minutos llegar a la autoruta elevada pues todos nuestros vecinos acudían al mismo evento, ¡como no!, y por lo visto a la misma hora.

Llegados a la tribuna y acomodados en los lugares reservados año tras año a nuestra familia, observé la explanada donde, en breves momentos, se celebraría el desfile del Día Nacional del Servicio. Como siempre me sentí impresionado por la riqueza que se observaba en los estrados y el escueto equipamiento de la zona de la parada.

Pese a mi animadversión por cualquier evento o reunión familiar estaba emocionado. Mi padre y mis profesores insistían, de una forma casi abrumadora, sobre el importante significado de esta Fiesta, en la que todos aquellos que nos servían se exponían a nuestra crítica mirada para que quedara consolidado el poder en nuestro sistema. La verdad es que no me costaba trabajo entenderlo pues, al fin y al cabo, se trataba del testimonio de nuestra forma de vida, de nuestra afirmación como sociedad de ciudadanos Laboratur.

 Por los altavoces se escucharon las primeras  y tristes  notas de un antiguo himno (creo que su título era “Coro de esclavos” o algo así) y a su son, como todos los años, comenzó el desfile

En primer lugar, vestidos con humilde uniformidad, desfilaron los Uncionorum . A algunos de ellos los conocía personalmente, pues venían a nuestro barrio a trabajar para nosotros en labores de poca importancia. Se ocupaban de organizar y realizar las limpiezas, los transportes y en general todas las actividades auxiliares para nuestra estructura cívica. Mi madre comentaba, en cada ocasión en la que se hablaba de ellos, que eran demasiados y que pese a lo escueto de su remuneración, salían muy caros a la comunidad. La verdad es que, pese a ser los servidores más cercanos – o quizás por eso – no eran muy apreciados y solo obtuvieron unos tibios rumores a su paso.

Después, fácilmente reconocibles por sus ajados atuendos, abatidos y como aceptando su innegable culpabilidad, pasaron frente a nosotros los Regídoriae de nuestras ciudades. Nunca llegue a entender como y porque nuestra sociedad aceptaba su existencia, a no ser por la magnanimidad con la que cualquier cultura superior atiende a su lumpen. Puesto que el trabajo directo lo realizaban los Uncionorum, ¿Qué cometido se  podía asignar a esta especie de apéndice improductivo de la sociedad? A uno de mis vecinos, admirado por todos nosotros por ser uno de los mas afamados Laboratur – había alcanzado el rango de “Productoris” -  le escuche, en una de las reuniones que celebraba con mi padre,  que era necesario promulgar una ley para evitar su existencia o bien intentar llenarla de actividades practicas para la comunidad, aunque siempre dudaba de la capacidad de semejantes personajes para hacer algo útil. A su paso se escucharon algunos denuestos de dudoso gusto solo comprensibles teniendo en cuenta la calaña de los personajes.

Pasados unos minutos recorrieron la zona del desfile los Minstroreum. Realmente ellos cargaban con la mayor parte de las decisiones necesarias para que nuestra casta viviera con la opulencia con que siempre había contado, pero como, en un tiempo pasado, habían sido la clase dirigente de casi todos los planetas y también la generadora de la mayor parte de los males, un pacto entre Laboratur de todas las sociedades concluyó en la necesidad de prescindir de sus servicios acordando mantenerlos, tan miserablemente como merecían, haciéndoles desfilar un día al año para su escarnio y ejemplo de egoísmo e insolidaridad. Esto era motivo del clamor, casi amenazante, con el que se los recibía y con el que se les acompañaba a su paso.

Y finalmente, solo en su pobreza y abatimiento, cerró el desfile nuestro Rectorum – En tiempos históricos detentador del máximo poder - A mi era el único que me generaba un sentimiento de condescendencia, pese a saber que su trabajo era el menos necesario. Al menos solo él realizaba su servicio por auténtica vocación y sin más beneficios que una pobre comida y un escueto alojamiento. Por otro lado, entre sus cometido figuraba el de representarnos ante otras comunidades y hay que reconocer que esto lo hacía maravillosamente, pues nunca ninguno de los otros Rectorum que le precedieron dio una imagen tan demacrada y esquelética, acompañada por un aspecto tan deteriorado y miserable. Como casi todos los años, a su paso, fueron más abundantes las expresiones de desprecio que las de hostilidad.

Terminado el desfile volvimos al coche y en el camino de regreso se suscito, también como cada año, la utilidad o inutilidad de  todos esos individuos que vivían a costa de la comunidad sin compensar sus costos en la mayor parte de los casos, por una vez todos estuvimos de acuerdo en que su labor no era demasiado necesaria y por tanto se podría reducir o incluso eliminar su existencia sin grave daño para la ciudadanía.

Una vez en casa, mi padre, al tiempo que preparaba el mono de trabajo con el que a la mañana siguiente se incorporaría a su cargo de Oficium Expertis en la fábrica (Puesto del que se sentía orgulloso), nos hizo un panegírico de las bondades de nuestro sistema. ¡Que coñazo de hombre!...

En cuanto me fue posible subí a mi habitación, encendí la Play Station XXXII Plus +, con un suspiro de satisfacción y me puse a jugar a Bella Mar Corruptors, el juego de moda.
                                                                                                                          
                                                                                                                             Abril 2006


Diseño Infográfico para "FIESTA NACIONAL" - Pablo García.
 
Yo he sido toda mi vida un “laboratur” o sea, proletario, ¡Que le vamos ha hacer!...
 
Me llama la atención que en este momento ni los barrenderos, ni las cajeras de “super”, ni los administrativos, ni los fontaneros, ni ninguno de lo que tienen la opción de trabajar, se consideran “proletarios”… y no se si es bueno que no nos reconozcamos… Aunque también nuestra vida tiene sus satisfacciones, claro que gracias al Rayo, que si no…







3 comentarios:

  1. ¡Jajajajajá, Pablo, qué grande eres! Ojalá que todos los problemas de los proletarios se solucionaran siendo hinchas del Rayo Vallekano... Pues sí, hace tiempo que la conciencia de clase se esfumó. Desde que se "inventaron" los préstamos bancarios, la mayoría del mundo mundial se esforzó por ¿conservar? un status social que no coincidía para nada con la realidad. Y ahora ¿qué? ¡Pues vaya "usté" a saber! Un beso.

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  2. Hablando de equipos de fútbol... Me ha recordado a ciertos eventos cultural deportivos que se hacían en cierto estadio galáctico... Un tal Fran... No recuerdo bien el nombre...
    ¡Pablo! ¡Enorme! Desde que me he montado en esos vehículos voladores he visto perfectamente el desfile de todos esos majaderos que nos has descrito. ¿De verdad que algún día va a pasar esto? Je, je. Pues, sí. ¡Nos quedaremos con el Rayito, el equipo de los proletarios!
    ¡Un abrazo!

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  3. En el Rayo juega un muchacho de Asturias llamado Michu...¡Un figura!¿Eh?
    La conciencia de clase se ha ido perdiendo. Si, es verdad. Un poco a ciegas se han mimetizado los status, pero el poder siempre lo han tenido los mismos.
    Un abrazo, Pablo.

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